Profesor Eduardo Rivas Estany

rivasokkkkkEl paciente siempre tiene la razón


Por Paquita Armas Fonseca

En un buscador en INTERNET Usted escribe Dr. Eduardo Rivas Estany y aparecen miles de referencias. No es para menos; el recién electo Presidente Sociedad Cubana de Cardiología, tiene publicados unos 100 artículos científicos en revistas médicas nacionales o extranjeras y cinco libros, en calidad de editor o autor de capítulos, cuatro de ellos en editoriales extranjeras.

Ha impartido centenares de cursos en Cuba y numerosos países acerca de la rehabilitación cardiovascular. Es miembro honorífico o titular de múltiples asociaciones médicas de América Latina.

Doctor en ciencias médicas desde 1989, Investigador Titular en 1990 y Profesor Titular en 2006, fue electo Presidente de la Asociación Internacional Amigos del Corazón Alrededor del Mundo y miembro y “Governor for Cuba” de la International Society of Cardiovascular Pharmacotherapy. Esas son algunas de sus responsabilidades.

En el Instituto de cardiología y cirugía cardiovascular, ICCCV, dirige desde 1984 el Departamento de Rehabilitación. Allí tiene también su consulta y asesora a los profesionales que desean especializarse en esa importante disciplina.

Merecedor de múltiples medallas y condecoraciones, reconocido nacional e internacionalmente, el Dr. Rivas es un hombre de pocas palabras, pero accedió a compartir sus vivencias con los lectores de este portal

¿Por qué se inclinó Usted por la medicina? ¿Tiene familiares o amigos de la familia que influyeron en esa decisión?

Tengo que reconocer que, sin dudas, los deseos de mi madre de tener un hijo médico fueron determinantes en mi decisión de estudiar esta carrera. Mi padre fue ferroviario toda la vida y de niño me encantaba ir con él los sábados a caminar y corretear por los Talleres de Ciénaga, en el Cerro; por esa época me ilusionaba ser maquinista de una de aquellas locomotoras alemanas, francesas o americanas que allí yo veía y que identificaba y diferenciaba bien. Entonces existía una fuerte tradición en que todo ferroviario aspiraba que sus hijos también lo fueran. No obstante, prevalecieron los deseos de mi madre de que yo fuera médico, en lo cual recuerdo que influyeron también mis reiteradas visitas con ella a la Quinta Covadonga, donde yo había nacido, hoy Hospital Salvador Allende, también en el Cerro. Sus bellas fuentes y jardines de entonces, junto a la personalidad que yo apreciaba en sus médicos, así como las enseñanzas inculcadas por mis padres de hacer el bien al prójimo, me fueron apegando a la idea de algún día compartir mi vida en un ambiente hospitalario. Eso es lo que creo hoy a la distancia de los años en relación a su pregunta.

¿Cómo recuerda sus años de estudiante cuando centenares de médicos se fueron de Cuba?

Pertenezco a la generación de médicos graduados en el aguerrido e inolvidable curso del año 1969. Habíamos sido el segundo curso que pasó por las aulas del Instituto de Ciencias Básicas y Pre-clínicas Victoria de Girón que fue el más numeroso de la época, precisamente por la escasez de médicos ya evidente en esos momentos, ocasionada por la estampida abrupta de un buen número de galenos en los primeros tiempos de la Revolución. Durante los seis años de carrera tuvimos profesores excepcionales que nos supieron inculcar no solamente el amor a nuestra profesión, sino también el amor a la Patria que nos hizo ser mejores profesionales y hombres, lo cual nos proporcionó el infinito honor de haber contribuido con un humilde granito de arena a palear aquella crisis de falta de médicos de esa época.

¿Por qué le interesó la cardiología?

Mi interés por la Cardiología surgió precisamente por esos años, en este sentido fueron determinantes las clases de Fisiología del Sistema Circulatorio, impartidas en el mismo primer año de la carrera por el Profesor Pedro Baeza, fallecido súbitamente poco después en el mismo escenario de las clases y a quien nunca pude expresarle personalmente mi admiración. Ello motivó que a mi salida del Victoria de Girón buscara, en el mismo segundo año, un lugar donde practicar la cardiología y en ese momento me abrió las puertas de su consulta y de su servicio el Dr. Damián Suárez Justiniani, en el Hospital Naval; yo me sentía, y aún me siento, muy orgulloso de haber sido “su ayudante” durante más de un año, con él di mis primeros pasos en auscultación cardíaca y electrocardiografía. Luego pasé a ser alumno del Hospital Calixto García y ahí encontré al Profesor Manuel Calviño Fernández quien ya era toda una institución en la cardiología cubana, sin dudas él ratificó mi “vocación” cardiológica, lo que se definió más cuando fue premiado un trabajo sobre estenosis mitral que como primer autor hice con él y que llevé a presentar a un Encuentro de Estudiantes de Medicina (EDEME) que se celebró en Santiago de Cuba en 1967. Entre 1977 y 1981 y una vez graduado como cardiólogo tuve el enorme privilegio de trabajar con el Profesor Calviño en el Servicio de Cardiología del Hospital Calixto García, esta etapa y él en particular, constituyeron una escuela para mí. Durante mis años de Residencia en Cardiología (1972-1976) encontré a quienes consolidaron mi formación cardiológica, los profesores Alberto Hernández Cañero, Alberto Toruncha, Mireya Amoedo, Ada Kourí, ya fallecida, entre otros especialistas. Ellos todos son verdaderos paradigmas para mí.

¿Nunca sintió deseos de ser cirujano? ¿Por qué?

Sí, le haré una confesión. Durante mis años de alumno del Hospital Calixto García, estando en los cuarto y quinto cursos de la carrera estuve integrado a un equipo de Cirugía. Me sentí tan comprometido y embullado en esa labor que estuve muy cerca de convertirme en cirujano y como me encantaba la cardiología pues pensaba que la posibilidad de volverme un cirujano cardiovascular no me era ajena. Por esa época el Dr. Julio Taín, que era y sigue siendo mi vecino, me llevó al Salón de Operaciones, entonces en el Hospital Comandante Fajardo, para asistir a una intervención quirúrgica del corazón. En esa ocasión vi operar por primera vez al Profesor Noel González, con Taín como primer ayudante, esto pudo haber sido a finales de 1967. Un año después se ofertaron, para terminar la carrera y por primera vez, un número de plazas de Internado Vertical en Cardiología, yo gané una de ellas en concurso y eso definió mi futuro.

¿Considera que una buena cirugía garantiza calidad de vida sin un buen proceso de rehabilitación?

Creemos que una “buena cirugía” constituye un proceso integral que incluye no solamente la intervención quirúrgica por sí misma, sino además la labor anestesiológica, de perfusión, de cuidados post-operatorios y enfermería, así como fisioterapéutica, rehabilitativa y cardiológica en general, acciones que se inician incluso antes del acto quirúrgico y se continúan hasta meses después. No digo nada nuevo, esto todos los implicados en el tema lo conocemos. Por supuesto que un cirujano experimentado, con buenos resultados y que aplique una técnica correcta, representará una garantía para obtener una satisfactoria calidad y también cantidad de vida en el paciente cardiópata operado. Concluyo afirmándole que la rehabilitación, sin dudas, maximiza los resultados de la cirugía, incluso de la “buena cirugía”.

¿Por qué los ejercicios son tan importantes para los pacientes cardíacos?

Complementa la pregunta anterior. Le resumo diciéndole que está comprobado que los ejercicios físicos, como parte esencial de un programa de rehabilitación cardíaca integral, no sólo mejora la calidad y cantidad de vida, sino que disminuye la morbilidad, es decir la aparición de nuevos episodios coronarios agudos y nuevas hospitalizaciones por conceptos cardiovasculares. Disminuyen también el consumo de medicamentos y producen un aumento de la confianza y autoestima de las personas que los practican, así como disminuyen la ansiedad y depresión que usualmente se observa en pacientes cardiópatas, principalmente después del infarto cardíaco o la operación coronaria o de otro tipo. Además, el ejercicio físico mejora la función sexual, disminuye la disfunción eréctil en el hombre y por ende propicia relaciones sexuales más placenteras y seguras.

Desde el punto de vista económico hemos demostrado en estudios previos que los pacientes con episodios coronarios agudos o después de la cirugía cardiovascular, se incorporan más tempranamente a su trabajo u otras actividades cotidianas y además presentan menos ausencias al trabajo por conceptos médicos que los no rehabilitados.

Estos, entre otros, están entre los principales beneficios que los ejercicios físicos producen en los pacientes cardiópatas rehabilitados.

¿Y específicamente en las personas operadas cómo influyen?

Pues los efectos beneficiosos son iguales a los antes señalados con la particularidad de que los pacientes operados generalmente pueden no tener el trastorno de la función cardíaca que con frecuencia tienen los pacientes infartados, por tanto los ejercicios físicos pueden ser indicados más tempranamente y mejor tolerados por ellos, con la particularidad de la atención y cuidado de la secuela de las heridas quirúrgicas torácicas o de miembros inferiores. Quiero enfatizar en el hecho de que una semana de demora en la incorporación de los pacientes operados a los programas de rehabilitación representa un mes adicional de entrenamiento físico para obtener una adecuada capacidad funcional. Los pacientes operados quedan de inmediato con temor y una limitación física secundaria a tales heridas quirúrgicas que son usualmente superados en breve tiempo con las medidas de psicoterapia y fisioterapia indicadas. Como antes señalé, los pacientes operados rehabilitados mejoran pronto y mejoran su calidad de vida, retornando antes y en mejores condiciones a sus actividades laborales, familiares, recreativas y sexuales, incrementando por ende, los resultados de la intervención quirúrgica.

¿Qué condiciones debe tener un buen técnico en rehabilitación?

Una buena relación médico-paciente quizás sea la “piedra angular” de la rehabilitación cardíaca y en este sentido me refiero a la relación de todos los integrantes del equipo de rehabilitación con los pacientes, donde el licenciado o técnico de esta disciplina ocupa un lugar preponderante por su contacto frecuente y estrecho con ellos. Por ende un buen rehabilitador, además de estar adecuadamente calificado para el desempeño de su labor, debe ser amable, cortés, siempre mostrarse preocupado por los problemas de los pacientes y sus familiares, hasta los más mínimos, y estar convencidos de que todos nosotros nos debemos a nuestros pacientes y que aunque fueran muy exigentes, como es el caso de los cardiópatas, en principio, siempre tendrán la razón.

¿Por qué Usted se ha dedicado no sólo a ejercer sino a documentar la rehabilitación?

En este sentido tengo que reconocer la influencia ejercida en mí por dos personas, ambos fallecidos, que siempre admiré y recuerdo mucho, el Dr. Orlando Ponce de León Aguilera, pionero de la Rehabilitación Cardíaca en Cuba, con quien me introduje y formé en este campo y el Dr. Dimiter L. Dorossiev, cardiólogo búlgaro de reconocido prestigio internacional, considerado de los iniciadores de la rehabilitación de los pacientes con enfermedades cardiovasculares en el mundo y con quien tuve el privilegio de adiestrarme en su Servicio en Bankja, en las inmediaciones de Sofía, durante tres meses en los finales del año 1982. Ellos siempre me insistieron en la necesidad de investigar y comprobar la efectividad del ejercicio físico y la rehabilitación en estas enfermedades, que por esta época aun estaban por confirmarse. Sólo lamento que por mi condición básica de cardiólogo clínico no haya tenido yo la oportunidad de haberme dedicado con más tiempo y pasión a la investigación en esta esfera, que tantos beneficios médicos y socio-económicos aporta.

¿Y usted realiza ejercicios?

Sí, treinta minutos cada día, en mi casa, a la hora del baño, por eso usted no me ve en el gimnasio haciendo ejercicios. Los hago como medida de prevención pues aunque no he tenido enfermedad cardíaca alguna comprendo que tengo algunos factores de riesgo, además de que considero que “debo predicar con el ejemplo.”

¿Ser presidente de la Sociedad Amigos del corazón que significa para Usted?

Sin dudas lo considero más como un reconocimiento a Cuba y a nuestro Sistema de Salud que como un mérito personal; en este sentido quizás sólo me satisface haber tenido la oportunidad y haber sido capaz de transmitir en el seno de esta Asociación Internacional el trabajo realizado y los logros alcanzados por nuestro país en el campo de la Cardiología, particularmente de la prevención y la rehabilitación cardiovascular, teniendo en cuenta que esta organización se desarrolla fundamentalmente en este campo a nivel global. Más de 5000 cardiólogos, cirujanos cardiovasculares y otros profesionales de todos los continentes relacionados con las enfermedades del corazón participan del trabajo en esta organización que tiene fines no lucrativos, es no gubernamental y cuya sede se encuentra en Italia. He sido el primer presidente no europeo de esta Asociación, lo que espero que resulte en una mayor participación de nuestra región geográfica y en particular de nuestro país en las actividades de esta organización internacional.

¿Y de la Sociedad Cubana de Cardiología (SCC)?

Como antes he dicho es una responsabilidad que honra y compromete a todos aquellos que hemos sido elegidos para integrar la Junta de Gobierno de esta Sociedad que tiene entre sus propósitos desarrollar un trabajo colegiado para la toma de decisiones, lo cual es posible por contar con un colectivo de dirección que considero de lujo. Este año 2012 es crucial para el futuro de nuestra Sociedad pues en él solidificaremos nuestro trabajo y celebraremos el aniversario 75 de su fundación, lo cual consideramos un acicate para relanzar su trabajo y reubicarla entre las Sociedades científicas de avanzada en nuestro país.

Distribuir contenido