Profesor José Darío Barrera Sarduy

fotoDel síntoma al signo, la base de la cardiología

Por Paquita Armas Fonseca

En 1980 mi padre sufrió un infarto y fue ingresado en la sala de terapia intensiva en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular (ICCCV). Luego de una noche de incertidumbre respiré cuando vi llegar al Dr Darío Barrera, mi cardiólogo desde un año atrás. Cuando le pedí que fuera a ver a mi papá su respuesta fue tajante “En cuidados intensivos hay excelentes especialistas, ellos son los que le deben decir cómo está su familiar”.

Si un cubo de agua congelada me hubiera caído arriba no habría hecho el efecto que surtieron esas palabras, que, por supuesto, entonces no entendí. Con el tiempo comprendí sus razones. Treinta y tres años después cuando voy a la consulta de Barrera debo seguir el ritual de turno y hora señalada con anterioridad, como si me atendiera hace sólo dos meses.

Mi médico sigue siendo un hombre de férrea disciplina, que sin embargo, cuando lo he necesitado ha ido a mi casa a ver a mi hermana o mi madre, mientras esta última vivió.

Creo que esa personalidad tan apegada por formación familiar y académica, a la más sólida disciplina, hacen que difícilmente una se imagine a Barrera tocando el piano o disfrutando de una conga.

También por ese nivel de entrega a la profesión es un especialista que ha practicado y domina todas las gamas de la cardiología, lee textos en diferentes idiomas, está al tanto de los últimos resultados médicos en su especialidad y el uso de los mejores medicamentos.

Con experiencia en Nuevitas en donde hizo el servicio médico social y luego en África, el Dr Barrera tiene una vasta experiencia en otras áreas facultativas. Ha recibido e impartido numerosos cursos, por ejemplo en 1985 acudió a una beca en Paris, en el Hospital La Pitié-Salpêtrière en el Servicio de Cirugía Cardiovascular y Trasplantología del profesor Cristian Cabrol y en 1987 fue designado profesor en la Escuela de Medicina de Georgetown, República de Guyana, para impartir clases de Cardiología. También recibió entrenamiento en Berna, Suiza, en el 2007, sobre tratamiento psicológico cognitivo-conductual en los pacientes con marcapaso antiarrítmico implantado.

Ha participado como profesor y coordinador de cursos de Perfeccionamiento Médico-Posgrado que se imparten en ICCCV, mediante la subdirección docente.

Al margen de su quehacer diario realizando las importantes pruebas ergométricas, mantiene su consulta con pacientes que lo siguen, como yo, desde hace muchos años por su indiscutible calidad.

-¿Cómo recuerda su infancia? ¿Qué le gustaba entonces?

Nací en Cienfuegos, en la clínica Villalvilla y me crié en Cruces. Vivía en la calle Estados Unidos, que se llenaba de agua, de fango. Mi Mamá iba a caballo a Palmira, donde impartía clases en una escuela primaria rural.

Después, la familia se mudó para el Paseo del Prado, en el mismo Cruces. Tendría 5 o 6 años. Mi hermano y yo nos sentíamos muy contentos en la nueva casa, porque estaba cerca de donde vivía la abuela paterna que era un poco el centro de la familia.

Allí estudié en la Escuela pública porque mi Mamá y sus hermanas eran maestras. Papá era oficinista del Central Caracas. Mi primera enseñanza fue en la casa, cuando mi hermano y yo llegamos a primer grado ya sabíamos leer.

Por la tarde estudiábamos mecanografía, taquigrafía, inglés y piano. No querían mis padres que perdiéramos el tiempo ni que estuviéramos en la calle mataperreando.

Me sentía muy feliz en Cruces. Teníamos trato con todo tipo de persona porque mi papa era corresponsal de prensa y recibíamos muchos periódicos.

- ¿Cuándo nació su amor por el piano? ¿Por qué no se dedicó profesionalmente a ese instrumento?

Yo era muy niño cuando empecé a estudiar, cumplía lo que me establecieron. Pero nunca hice rechazo a ese instrumento. Mi hermano y yo estudiábamos en Cruces con una buena profesora y examinábamos en el conservatorio Rita Chapu de Santa Clara.

Sentía que era un gran placer, pero no para dedicarme a la profesión. No me atraía la vida artística. Todavía cuando puedo, lo toco y disfruto mucho de la buena música.

-¿Qué lo llevó a estudiar medicina?

Siempre de niño pensaba que iba a ser médico. Fue natural nadie me lo indicó. En la generación familiar anterior a la mía no había ningún médico. Y quería ser cirujano.

-¿Por qué terminó siendo cardiólogo?

Cuando estudié en la Escuela de Medicina entré a una sala de cirugía, me di cuenta que no era lo mío: los médicos casi inmóviles, con guantes, no me convencieron. No llegué a actuar ni una vez como cirujano.

Cuando terminé los estudios, quería hacer una residencia, y estando en el Servicio Médico Social, en Nuevitas, Camagüey, llegó con su grupo de trabajo el Ministro de Salud Pública que era Machado Ventura en aquel entonces. Entre los visitantes estaba el Profesor Hernández Cañero y me habló del auge que tendría la cardiología y sus posibilidades de desarrollo. Mantuvimos correspondencia, estaba en la etapa final del servicio médico social, y de esa forma elegí la cardiología.

- ¿Qué le han aportado como profesional y ser humano su experiencia en otras provincias o en misiones como las que realizó en África?

Fui a África cuando era médico residente de medicina interna. Solicitaron voluntarios para ir a Argelia, dije que sí y la misión realmente fue en la República de Guinea, en 1970.

Adquirí conocimientos de lugares con distintas culturas, eran países muy pobres e insalubres con recursos mínimos. Había mucho paludismo y de todo tipo de enfermedad que provoca la miseria.

Durante mi estancia en Nuevitas era médico internista, el clínico, que atendía ginecología, obstetricia, enfermos de lepra, oftalmología… o sea todo lo que se presentaba. Había una superpoblación por el auge de fábricas de cemento, de fertilizantes y otras instituciones con población de distintos lugares de Cuba. Y allí, en los festejos del Carnaval, por primera vez participé en una Conga. La medicina es práctica y teoría, todo eso me ayudó mucho. El médico se forma en el contacto diario con el enfermo, viendo los resultados…esa es la gran escuela.

- Durante un tiempo Usted dirigió la sala de cirugía con pacientes recientemente operados ¿Qué enseñanzas obtuvo de esa época?

Cuando empecé la residencia de cardiología, trabajé mucho tiempo y al graduarme de especialista no tenía idea para donde iba. Pero llegó lo que se llamó el concurso nacional de médicos especialistas, mediante el cual obtuve plaza fija en el ICCCV. Fue en 1974, cuando me gradué. Trabajaba en la parte de cardiología y en la sala de cirugía. Cuando el Dr Florencio Gamio, mi jefe, pasó a otras funciones yo ocupé su cargo.

Era mayor responsabilidad, tenía que preparar los pacientes en el preoperatorio, discutir los casos con los cirujanos; llevar un diagnóstico acucioso y decidir cirugía o tratamiento.

También hacía asistencia médica y atendía los médicos residentes de cardiología, cirugía, anestesiología… Pasaban residentes de Santiago de Cuba y otras ciudades. Esa era la docencia en la sala pero también impartía clases en cursos que se organizaban en el Instituto.

- Desde hace un buen tiempo trabaja en Centro de Rehabilitación Cardiovascular ¿Qué importancia le ve para los operados, infartados, hipertensos o con otras afecciones cardíacas?

Allí fui desde 1995. En el caso de los operados es la continuación de la atención del paciente para evitar que la enfermedad se desarrolle, existan complicaciones y un desenlace fatal. Esto se logra mediante el entrenamiento físico, cambio del estilo de vida y control de todos los factores de riesgos que ocasionan la enfermedad cardiovascular. Se ha demostrado que la cirugía exige una rehabilitación constante y adecuada para que el paciente tenga más calidad de vida.

- ¿Qué significa para Usted el Instituto de Cardiología y cirugía Cardiovascular?

-Llegué a esa institución en 1971. Es el centro de referencia nacional de las enfermedades cardiovasculares. Me siento ahí como si estuviera en mi propia casa: ahí llevo más de la mitad de mi vida. He tenido experiencias en cirugía de ver el cambio radical en la historia natural. Cambia la calidad de vida, la capacidad de esfuerzo y desparecen en gran medida los síntomas y signos de la enfermedad

- ¿Existe alguna especialidad dentro de la cardiología que Usted no haya estudiado?

Cuando estaba en cirugía se abordaba toda la gama de las especialidades de la cardiología y de otras ramas, incluso la siquiatría, que disfrutaba mucho. He trabajado con los pacientes adultos, todas las cardiopatías valvulares, la miocardiopatía primaria, dilatada e hipertrófica. También me especialicé en ecocardiogramas. Realmente he recorrido un grupo de especialidades dentro de la cardiología. Me gustan los pacientes quirúrgicos, pero no me gustaría ser cirujano. Lo que más me gusta es la exploración clínica cardiovascular. Ir del síntoma al signo, esa es la parte más bonita, la base de toda la cardiología.

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