Profesor Delfín Rodríguez Mulet

delfin-ok1

Cirujano que operó corazones a base de voluntad

Por Paquita Armas Fonseca

Cuando Delfín Rodríguez Mulet nació en San Germán, el municipio cañero más importante de Holguín, difícilmente la mejor pitonisa hubiera podido desentrañar el destino de aquel niño. Para él parecía que sólo existiría el entorno rural en el que su madre, a costa de su salud, le dio la vida.

Entonces nadie osaría pensar que el pequeño que jugaba a operar las lagartijas llegaría a ser Doctor en ciencias y cirujano general que logró operar en difíciles condiciones y con éxito a decenas de corazones en su ciudad natal.

Mucho menos que por un tiempo abriría ese singular servicio en el hospital Vladimir I Lenin y si no me lo hubiera contado él mismo, yo no habría creído que en mi Holguín se operó el músculo más especial del organismo humano.

Una noche, en el vestíbulo del Hotel Pernick, el Dr. Delfín me narró su historia que parece de novela, incluso ahora con toda su experiencia cuando conoce que sufre de una cardiopatía isquémica y debe decidir qué hacer en el futuro.

Pero es mejor que el reconocido especialista holguinero brinde su testimonio:

- ¿Donde usted nació? ¿Pensó de niño ser médico?

Nací en San Germán, después Urbano Noris, mi padre fue barbero y mi madre ama de casa. Era, es, un central azucarero que entonces tenía un tiempo muerto muy malo y un tiempo de zafra algo mejor.

Mi madre desde niño quería que fuera médico ginecobstetra, pues había salido mal de mi parto y el de mi hermana: fuimos macro fetos, y le destruimos las estructuras del canal del parto, por lo que padeció de un prolapso genital grado IV (útero, vejiga urinaria y recto entre los muslos).

De niño mis juegos eran de enfermero o médico, inyectaba lagartijas, las operaba o les ponía enemas o curaba pájaros u observaba castrar o eviscerar cerdos.

Con el paso de los años ya mi madre anciana quiso operarse, le realicé una histerectomía vaginal y le puse en su lugar la vejiga urinaria y el recto, de modo que le pude reparar lo que le habíamos destruido.

- ¿Cómo recuerda los diversos y duros trabajos que realizó de adolescente?

Creo que el hecho de haber sacado arena del rio Jigüe en Holguín, de trabajar como bracero y como mensajero en la Empresa Consolidada de Harina me forjó una disciplina y un orden en la vida. Esto se complementó luego con haber sido becario durante 5 años (tres en La Habana y dos en Santiago de Cuba). Tales acciones me permitieron intercambiar con muchas personas pobres, de los cuales copié lo bueno, así como de mis padres. Durante el tiempo que laboré en la Empresa de la Harina, allí pertenecí a un colectivo tan bueno y honesto que no he vuelto a encontrar.

Recuerdo una anécdota con el señor que me compraba la arena: éramos vecinos, me pagaba el metro a dos pesos, me decía que debía darle un poquito más del metro por pérdida en la transportación, me sentía mal pagado o esclavizado. Pasó el tiempo y me hice cirujano general, un día estando en la consulta, la secretaria me llamó para un paciente: “fulano de tal”. Era el que me compraba la arena, no me podía mirar a la cara, me dio muchos rodeos y explicaciones del capitalismo; en resumen tenía litiasis vesicular, lo operé y al darle el alta lo llevé a su casa en mi auto.

-Si a los 18 años usted comenzó a estudiar el sexto grado, ¿Cuántas madrugadas dedicó al aprendizaje para graduarse de Doctor en Medicina en 1974?

-De niño fui de forma irregular a la escuela, de modo que en 1959 era casi analfabeto. Como esto hace inútil a uno y la autoestima estaba muy baja_ ya que estudiar sería con otros alumnos mucho más jóvenes, no me interesaba_ pero mi madre me obligó a hacer un examen de suficiencia para saber mi nivel y la profesora en 1961 le dijo que podría matricularme en Sexto grado. Estudiando de noche, obtuve ese nivel en 1962, a la edad de 18 años, para ese entonces había comenzado a trabajar en la Empresa Consolidada de la Harina, actividad que me ayudó pues yo era el de nivel escolar más bajo. En la Secundaria Básica tampoco quería estudiar, estaba apenado, me sentía viejo, de nuevo mi mamá, que me matriculó inconsultamente, fue la que dijo ve y prueba y veras que podrás, así en 1962 comencé a estudiar por la noche, pues de día trabajaba. Yo era el de mayor edad del grupo, recuerdo que el primer examen fue de Física. Éramos 38 alumnos, solo aprobamos dos, un chinito con 98 y yo con 71; me dije, soy el segundo en el grupo y me llamé a capítulo: cursé la Secundaria Básica de 1962 a 1965, fui estudiante ejemplar los tres años. En este período mi madre me dijo que estudiara mecanografía de noche, pues me hacía falta para cambiar del puesto de mensajero, lo realicé y obtuve cien puntos. En el trabajo fui además de mensajero, pagador, recibidor, auxiliar de nóminas y operador de IBM.

Al terminar la Secundaria Básica fui a la Sierra Maestra a recoger café en California, Buey Arriba, allí hubo días de recoger cinco latas y media. Al terminar la zafra del café fui elegido el mejor recogedor de la región Holguín-Gibara. Esto me ayudó a solicitar en la Empresa autorización para hacer el pre-universitario becado, la empresa no tenía forma de encauzar esto me dijo el Jefe de Personal, pero el administrador José Berros Martínez inconsultamente me dijo “vaya a estudiar y dígale a su mamá que venga a cobrar el salario (77.84 pesos/mes)…”. Esto me permitió desde 1965 a 1968 cursar el pre-universitario en La Habana en Héroes de Yaguajay, Tarará y en el pre-universitario Carlos Marx. Durante el pre-universitario fui estudiante ejemplar durante los tres años. Matriculé la carrera de Medicina en Santiago de Cuba donde cursé primero y segundo año, (en 1970 trabajé en la zafra de los 10 millones en una brigada de macheteros trimillonaria, hubo días que corté 500 arrobas de caña para acopio), y de tercero a sexto año en Holguín en el Hospital Lenin, fui vanguardia los seis años de la carrera que terminé en 1974.

- ¿Por qué se inclinó por la Cirugía General?

-En realidad me gustaba la Ginecobstetricia porque mi mamá lo deseaba, pero por ese entonces me había inscripto en los voluntarios cubanos para ir a Viet Nam y entendía que necesitaban mejor a un Cirujano General y esto motivó mi decisión, aunque el azar también tuvo que ver pues había más solicitudes que plazas y realizamos un sorteo entre los aspirantes a plazas de Cirugía General. Ya en el servicio de Cirugía General, ningún Jefe de Grupo Básico me quería por ser el más atrasado, excepto el Dr. Dionisio Orozco Hechavarría que dijo “pónganlo conmigo” y me ayudó tanto que en diez meses del internado operé 415 pacientes, aproximadamente diez veces más que los otros internos. Durante tres años realicé guardias un día sí y otro no, esto voluntariamente con la ayuda de mi profesor. Muy rápido pude operar cualquier afección.

-¿Qué lo lleva a entrenarse en el Instituto de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, ICCCV?

-En 1979 llegaron a la provincia de Holguín tres plazas para entrenarse en el ICCCV, fui el único que la solicité por Cirugía y fuimos un anestesiólogo, un pediatra y yo por Cirugía General. Pero para esto debí hacer gestiones en la cátedra de Anatomía Humana donde trabajaba desde 1978 como profesor.

- ¿Recuerda cuantas operaciones de cirugía cardiovascular (CCV) realizó en Holguín? ¿Cómo formó el equipo que lo acompañó en esta tarea nada fácil?

-El comienzo de la CCV en Holguín presentó dos grandes problemas que tuve que enfrentar: 1) Algunas personas querían formarme el equipo; a lo cual como es lógico me opuse pues yo debía armar el equipo en el que tres miembros no podían faltar: el anestesiólogo (Dr. Soto), el pediatra (Dr. Sanfield) y mi querido profesor (Dr. Orozco). Mi idea fue además que pudiéramos realizar cardiocirugía de adultos y en pediatría. 2) Otro problema que se presentó fue que algunos cirujanos pediatras querían que invitara para las primeras operaciones a destacados cirujanos de La Habana como el profesor Noel González Jiménez, Dr. Julio Taín, Dr. Arango y les expliqué que luego la población cuando faltara uno de ellos, no se querrían operar con nosotros y que el inicio sería con operaciones que había realizado en el Instituto. De este modo se realizaron alrededor de 60 operaciones de Cirugía Cardiovascular en Holguín sin ninguna muerte quirúrgica.

Para el año 2000 aproximadamente se presentó una indisciplina en el equipo por parte de un cirujano, aspecto que comuniqué a las autoridades del MINSAP en la provincia Holguín, con el ánimo de discutirlo en la Comisión de ética médica, como esto se toleró y no recibí respuesta, constituyó el fin de la cardiocirugía en Holguín.

- Usted también realizó cirugía experimental en animales ¿quería descubrir algún proceder quirúrgico determinado? ¿Qué importancia y desarrollo le ve a la cirugía cardiovascular actualmente?

La cirugía cardiovascular ha tenido un desarrollo extraordinario, pero creo que tenemos miles de profesionales resolviendo las consecuencias de forma paliativa, en la mayoría de los casos, y relativamente pocos investigando las causas. La industria farmacéutica y la de equipos y materiales quirúrgicos obtienen ingresos multimillonarios y les conviene que las cosas sigan así.

He realizado cirugía animal en la Universidad Médica de Holguín. Con ese fin para el año 1982 monté un salón de operaciones con todo lo necesario y operé muchos perros, posteriormente otros cirujanos operaron cerdos y ovejos. En lo fundamental lo hice para practicar técnicas quirúrgicas y en la creencia que podía revascularizar el corazón con técnicas sencillas, con el de cursar del tiempo no estoy convencido de su utilidad o de su beneficio. También trataba de colocar un balón en el orificio mitral vía aorta. Recordemos que esto ocurrió aproximadamente para 1982-1984.

- Me han dicho que en Holguín hay un grupo de cirujanos cardiovasculares que operan en el Cardiocentro de Santiago de Cuba ¿sueña usted con que esa hermosa y culta ciudad tenga también su instalación quirúrgica dedicada al corazón?

He deseado mucho desde 1980 que Holguín tenga un cardiocentro, en varias ocasiones hablé esto con el ex jefe nacional de cirugía cardiovascular, profesor Noel González Jiménez. Conozco del extraordinario costo de esto, pero toda provincia en lo perspectivo con más de un millón de habitantes debe tener su cardiocentro, esto vendrá un día, de momento debe seguir preparándose el personal necesario, tratar de que no se pierda en otros sitios, regionalizarlos con la atención necesaria y tratar de lograr algo que es muy difícil: la unidad.

- ¿Qué siente un cirujano que ha operado el corazón cuando sabe que quizás necesite que se le practique una cirugía cardíaca?

Todos los médicos y otras personas sabemos los factores de riesgo cardiovasculares: fumar es dañino, la obesidad, el sedentarismo, el comer grasas saturadas o grasas trans, el colesterol, los triglicéridos, etc. Aconsejamos acerca de esos errores pero nos creemos que no estamos incluidos nosotros; cuando nos vemos enfermos también como todos, pensamos “cómo he podido caer en esto conociéndolo, cuántos años menos voy a vivir por este mal actuar”. Pienso que es un bochorno para la ciencia una expectativa de vida de 78 años, pues estoy convencido que estamos preparados para vivir de 120-150 años con calidad de vida.

Distribuir contenido